18 de maig del 2013

ENSENYEM A PERDRE

HE TROBAT ESTE ARTICLE QUE  EM http://mishka.cl/ PAREIX INTERESANT, PENSANT COM  AJUDAR ALS NOSTRES FILLS.
Un bloc amic també ho recomana
http://actividadeseducainfantil.blogspot.com.es/

"A nadie le gusta perder. Incluso a los adultos les cuesta ceder y reconocer que alguien es más fuerte, más exitoso y más emprendedor. A los niños les cuesta más todavía: ellos no saben contener las emociones y sentimientos negativos, están dispuestos a ponerse a llorar en cualquier momento o incluso lanzarse con los puños a quien resultó ser primero.
O demostrativamente dar la espalda como diciendo: ni siquiera tenía ganas de jugar con ustedes.
 
Mientras los niños crecen, nosotros tratamos de halagar cada su paso. Se dio vuelta de la espalda a la guatita: ¡que bien! Armó una pirámide de juguetes - ¡que buen niño! Aprendió a meter goles al arco - ¡que genial! Por primera vez no lloró mientras lo vacunaban – es un ¡forzudo y ganador!
 
Pero llega el día (y ese día llega sin falta) y el niño, que siempre le ganaba la carrera al padre y a la madre, en una carrera de cien metros en el colegio llega séptimo a la meta. Compara la casita coloreada con los dibujos de los demás niños en el jardín infantil y ve que algo no está bien y el educador le echa más leña al fuego: “De nuevo te pasaste de la línea, no está bonito, tienes que decir a tu papá y mamá que te enseñen a colorear”. Como no ponerse triste. Como no perder la fe en uno mismo.
 
A los padres sólo nos queda abrazar, sanar las heridas, y hacer que el fuego de seguridad de si mismo se mantenga siempre. Y que bien que esta misión está justamente en nuestras manos. Pues gracias al grado superior de confianza que tenemos entre nosotros, podemos enseñarles a nuestros hijos unas cuantas cosas importantes:
  • No compararse con los demás. Para ello los padres no deben poner como ejemplo los éxitos de los demás niños diciendo que son más altos, más hábiles o más despiertos en algo. Aunque el niño no tenga talentos sobresalientes, igual tiene que conocer sus lados fuertes: una buena memoria, una linda letra, la capacidad de reunir a su grupo, la tenacidad. Y, quizás, hay que pensar antes de enviar al niño a las escuelas de artes marciales que están tan de moda ahora, donde están inscritos casi todos los hijos de los amigos, eligiendo un pasatiempo que provoque interés en el niño y que él tenga facultades para ello. En este caso el niño va a desarrollar las facultades que le son dadas por la naturaleza y gracias a las cuales podrá ganar. De esa manera le será más fácil aceptar que hay cosas donde sus habilidades no son tan buenas.
  • Perder no es cosa de débiles. La victoria no siempre les llega a los más fuertes. A veces ocurre que la victoria es cosa de suerte. Pongamos como ejemplo un simple juego de mesa donde la cantidad de pasos depende de la combinación de dados lanzados, los niños entienden que durante el juego uno puede avanzar o quedarse atrás. Es porque en un momento la suerte está de tu lado y en un minuto ya está con tu competidor.
  • Felicitar al ganador y agradecer a quien pierde. Es suficiente con ver juntos un partido de hockey para ver que después del juego los competidores se estrechan las manos. Y luego demostrar la camaradería deportiva en los juegos colectivos: después de un juego siempre estrecharse las manos, felicitando al ganador y agradecer a quien pierde por un juego excelente e interesante.
  • No siempre podemos recibir lo que queremos. Aunque es maravilloso aspirar a ello. Pero lo más importante es sentir el placer por el proceso.
  • Mantener el azar de competir. En un nuevo juego será mejor que el padre ayude jugando al niño y le dé la posibilidad de vencer. Pues sin la esperanza de que todo resulte ni siquiera dan ganas de empezar con algo nuevo. La victoria le aportara la seguridad de si mismo y mantendrá vivo el interés del niño hacia el juego. “Felicitaciones, hijo! - le digo a mi hijo cuando jugamos con él a quien arma más rápido las palabras de letras de distintos colores, - la próxima trataré de estar más atento y ganarte”. Por supuesto, él grita: “No, no, yo seré primero de nuevo!” Verán que la llama del azar ya está prendida.
  • No tener miedo de expresar las emociones. Si el niño tiene una pataleta, no hay que amenazar al niño con no jugar más juntos. No hay que retarlo o castigarlo. O decir: “Tonterías, si es sólo una pequeña pérdida”. Es muy importante mantener la calma, abrazar, decir que Usted entiende sus sentimientos y permitir que libere sus emociones. Y luego, cuando el niño se tranquilice, conversar con él.
  • Jugar a los juegos de equipo donde los que pierden también reciben un premio. Por supuesto, el ganador tiene que recibir el premio principal, pues esto sería una buena motivación para los demás jugadores. Pero los demás también pueden recibir algún premio de consolación, de esa manera nadie se sentiría ofendido o resentido.
  • Todo se logra con la práctica. Si el niño se colgó con la escritura y dice: “No me resultará”, no tiene sentido insistir en que él inmediatamente escriba una línea larga de números o letras. Intente primero recordarle sus logros anteriores. Recuérdele las cosas que no sabía hacer antes: no sabía andar en bicicleta, hacer figuras acrobáticas, moldear las figuritas de plasticina. Pero él siguió intentando y todo resultó. Entonces, igual va a resultar ahora.
  • Los fracasos no influyen en la atmósfera en la casa. El niño tiene que saber que nadie va a andar con la cara larga si él trae un 3 en las matemáticas o una manualidad mal hecha o no gana la competencia grupal en la escuela de música. Siempre se puede hacer las manualidades de una manera diferente, resolver juntos las dificultades matemáticas pero la sensación de que uno es aceptado y querido en la familia independientemente de las notas y logros es la más necesaria en la vida.
  • Por mucho que queramos proteger de los fracasos a nuestros niños, en la vida tendrán que lidiar con las dificultades más de una vez. Podemos dejarlos a solas con sus retos o podemos acompañarlos en sus dificultades para que vuelvan al mundo con el ánimo vencedor.
  • De esa misma manera le enseñaremos el ejemplo de cómo hay que apoyarse el uno al otro en una situación difícil. Así un día los niños podrán apoyarnos a nosotros. Como, hace poco, cuando me puse triste por un fracaso para nada infantil, mi hijo se acercó, vio mis lágrimas y me dijo: “Mamá, sólo necesitas un pañuelito” y me abrazó. Cuando lo hizo yo pensé que la maternidad es lo mejor que me ha pasado."

1 comentari:

  1. Un artículo muy bueno e interesante, Rosario. Gracias por compartirlo. Un beso.

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